Eleva esta oración de alabanza a Dios Padre Todopoderoso todos los días, nunca te canses de alabar a Dios, de resaltar su obra y la perfección de ella.
Tú mismo eres parte de su obra, y aunque nosotros no podamos ver que, aún en lo que no podemos entender y nos hace sufrir, hay perfección, y hay una razón mucho más grande y divina de lo que podemos imaginar.
No enaltecemos a Dios para agradarle o pedirle un favor, lo alabamos para crear y fortalecer el vínculo que tenemos con nuestro creador y sensibilizarnos ante el mundo que Él ha creado y del cual somos parte.
La alabanza es una oración que nos trae muchas bendiciones, aunque directamente no estemos haciendo alguna petición.
ORACIÓN DE ALABANZA A DIOS PADRE
Enmudecido mirando a mi alrededor descubro tu obra,
descubro que cada cosa nace de ti y termina en ti,
y en medio estoy yo con mi ignorancia,
sintiéndome solo e incapaz.
Abro mis brazos, mis ojos y mi corazón,
los elevo hacia ti con todo mi amor,
me tomo el tiempo para sentirte en mí,
y comprendo!
Algo que no conocía se sacude en mí,
y tu Espíritu se apodera de mí,
exaltando mis emociones a punto de explotar,
ahora ya nada lo puede evitar,
mi Ser se deleita en ti.
Todo se hace más tenue,
nada importa sino tú,
y no quiero perder este instante,
quiero sostener este sentimiento,
y tu amor recorriendo todo mi cuerpo y mi alma,
hasta que el mundo entero pueda sentirlo.
Ahora estás en mí y estoy en ti,
mi Padre, mi Dios,
tu obra soy yo, tu obra es perfecta!
Alabado seas por siempre Padre,
has sido generoso y bondadoso,
has creado un mundo a mi medida,
y me has enviado a tu amado hijo.
Alabado sea el mundo en el que vivimos,
alabado sea tu espíritu moviéndose entre nosotros,
enaltecido sea siempre tu nombre,
y exaltada tu obra perfecta y justa.
En la mirada de un bebé puedo sentir tu dulzura,
en un amanecer puedo entrever tu saludo cada día,
en cada respiración puedo sentir tu omnipresencia,
y en cada persona recordar tu diversidad.
Tu eres ilimitado, eres todo y lo único a la vez,
yo me rindo ante ti para servirte con mi vida,
para entregarte mi voluntad de agradarte,
y de nunca olvidar que primero estas tú.
Abrázame con tu fuego Padre eterno,
mírame siempre con dulzura,
y no permitas que me aparte de tu presencia.
Alabado seas por siempre Padre.
Amén.