Invocación al Señor Jesús. Haz esta poderosa invocación al Señor Jesucristo en este día y cada vez que necesites sentir su presencia en tu vida. Sentirás el poder de su amor rodeándote y bendiciéndote a cada instante.
El Señor está en todas partes, en nuestro corazón, en nuestro interior y a nuestro alrededor. Pero si lo ignoramos no podemos sentirlo ni verlo reflejado en nuestra vida.
Si te atreves a invocar al Señor, cada día, cada mañana, en cualquier momento. Sentirás su compañía, y su poder actuando en tu vida, haciendo milagros que no necesitas ni pedir, sanándote y guiándote todos los días.
La vida nos cambia cuando la vivimos de esta manera, cuando ponemos al Señor Jesucristo delante de todos nuestros asuntos, cuando Él es lo más importante y ocupa el primer lugar en nuestras vidas.
INVOCACIÓN A JESÚS
Desde el centro de mi corazón te invoco Señor Jesús; me arrodillo ante tu presencia y me dispongo a recibirte en este instante.
Cierro los ojos y te imagino como una hermosa luz con los colores del arcoíris que me atraviesa.
Que proviene de los cielos y entra por mi cabeza. Que se impregna por todo mi cuerpo, por cada una de mis células y me produce una suave corriente que no sé describir.
Una corriente que me produce una inmensa felicidad, una paz indescifrable y un sentimiento profundo de amor celestial.
Eres Tú, Cristo Jesús, es tu presencia en mí. Es tu luz sanándome, limpiándome y haciéndome renacer. Gracias amado Señor, por este precioso momento.
Te pido que, a través de esta luz, que eres Tú, me hagas una persona nueva Señor.
Quita de mí todas las inseguridades, y bendíceme con una fe a prueba de todo.
Haz de mí una persona segura, resiliente, capaz de lograr mis metas y de sentir la felicidad todos los días.
Señor, que tu luz me llene de tu amor incondicional y que yo lo pueda proyectar a todas las personas en mi vida.
Te invoco Señor Jesucristo, aquí y ahora, y me abro a tu presencia a cada instante.
Nada más importante y hermoso que sentir que me escuchas Señor, y además que me respondes.
Nada más sanador que desahogarme contigo y sentir que me entiendes.
Nada más reconfortante que llenarme de Ti, en pensamiento, sentimiento y emoción.
Me dejo envolver de Ti, Señor Jesús, me fundo con tu luz divina, me embriago de Ti. Tú eres todo lo que necesito.
Tú eres mi cuerpo, mi mente, mi sentimiento; Tú eres cada palpitar de mi corazón que me mantiene con vida.
Tú eres la vida que corre por mis venas y que me nutre espiritualmente, que me eleva por encima de todos mis problemas.
Amén.
También te puede interesar: