Espíritu Santo, ilumina mi corazón. En la penumbra de un mundo lleno de dificultades, la luz que irradia el Sagrado Corazón de Jesús, debe ser nuestro mayor anhelo.
Enfocando nuestro pensamiento solo en la presencia del Espíritu Santo, y sintiendo en todo nuestro ser, el deseo profundo de entrar en comunión con Él, abrimos nuestro corazón a su presencia.
Para que, sin ninguna duda, el Señor nos penetre con su luz y su fuego sanador y restaurador.
Para que venga a cada uno de nosotros hoy, en este momento, y nos haga sentir sin lugar a dudas, que Él, está en nosotros, que su luz nos atraviesa y nos calienta, a la vez que nos sana y nos renueva.
ESPÍRITU SANTO, ILUMINA MI CORAZÓN
Imaginando la luz de tu corazón, iluminando mi corazón, me despierto hoy, amado Jesús.
Que estás tan cerca, tan dentro de mí, que ni arrancándome la piel te puedo separar de mí.
Espíritu Santo, habitas en mi pensamiento y en lo más íntimo de mi alma y de mi corazón.
Pero, además, estás delante de mí, abriéndome los caminos, conduciéndome por verdes prados, guiando cada uno de mis pasos hacia donde tu santa voluntad me quiere conducir.
Tú, mi Señor, eres mi luz, mi faro, mi única verdad, porque todo lo demás, aunque se vea hermoso, no vale nada si lo comparo con la paz y la dicha que me da tu presencia.
Que tu Espíritu Santo, Dios mío, me llene de paz y me eleve espiritualmente.
Que todos los días, mi ser te necesite más y más.
Que mi alma nunca se deje confundir y siempre reconozca que el único digno de alabanza eres solo Tú, mi Señor.
Bendíceme hoy también mi Señor, como lo haces cada día.
Poniendo a tus ángeles en mi camino, librándome de los malvados y enemigos, protegiéndome de los que no tienen temor de Dios.
Bendito y alabado seas, Señor Jesucristo, bendito tu santo Nombre.
Que te alaben por siempre todos los ángeles y todos los hombres, más allá del tiempo y el lugar.
Porque Tú, Señor, nos has amado de tal manera que nuestra mente humana no alcanza a comprender.
Solo alcanza a interpretar una mínima parte del verdadero significado de tu sacrificio.
Creo en Ti, Jesús, creo en tu palabra, creo en tu santidad, creo en tu origen divino, creo en que Tú eres el camino, la verdad y la vida.
Así como te alabo, también te pido, Señor, porque reconozco que para que todo marche bien en mi vida, dependo de Ti.
Bendice a mi familia y llénala con la luz de tu Espíritu Santo, oh, Jesús.
Pósate sobre mi hogar, y habita en el corazón de cada uno de mis hijos, de mi pareja y de mis familiares.
Que la luz de tu Espíritu los envuelva y los haga gozar de la plenitud de tu santidad haciendo maravillas en sus vidas.
Sanando sus cuerpos y sus mentes y protegiéndolos de la maldad y los peligros de este mundo.
Señor, Tú me has bendecido con la familia que me has dado, y me has hecho responsable de su cuidado y su bienestar. No permitas, Señor, que algún día les falle.
Bendice mi trabajo, para que yo sea siempre un buen proveedor para ellos y para que no les falte nada de lo indispensable.
Y sobre todo mi Señor, dame mucha sabiduría para saber educar bien a mis hijos y para conservar mi hogar siempre cobijado bajo la sombra de tu amor.
Bajo las promesas de tu palabra yo me resguardo, Señor.
Y por eso me siento confiad@ y segur@.
Sé que tus ángeles están aquí conmigo, delante y detrás de mí, y a mis lados, protegiéndome y siguiendo tus órdenes para nunca desampararme.
Bendíceme Jesús, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.