DIOS ESCUCHA TU ORACIÓN
Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Mateo 7:7.
Recuerda que el Señor siempre está dispuesto a ayudarte, puedes empezar a demostrárselo confiando en la provisión que Él tiene para ti, hoy. Pide al Señor por las cosas pequeñas, así como lo haces por las cosas grandes.
Para Dios no hay nada difícil ni imposible. Para el creador del mundo todo es pequeño, todo es fácil, todo es posible.
No hay nada en este mundo que esté por fuera del conocimiento de Dios.
El Señor te ama, y quiere ayudarte, quiere cuidarte y bendecirte todos los días. El disfruta cada vez que tú lo buscas, tanto para alabarlo y agradecerle como para pedirle.
Si tu petición es tan grande para ti, que te quita la tranquilidad, recuerda que con tu sufrimiento no vas a solucionar nada.
La oración con fe es la que puede cambiar esa situación que te está atormentando.
A través de la oración, Dios nos hace fortalecer nuestra fe, que al final, es la que hace que nuestra oración sea escuchada.
Nuestro Padre, como cualquier padre quiere que acudas a Él, y quiere ayudarte.
Dios, es un Padre bondadoso, generoso, misericordioso y lleno de amor por todos sus hijos.
Cuando oras con fe y sientes la respuesta del Señor en tu vida, tu confianza en Dios aumenta y tu fe se fortalece.
Dios tiene sus tiempos, que son perfectos. Esto lo debes tener en cuenta cuando esperas la respuesta a tu oración.
Mientras tanto, te debes mantener firme en tu confianza y con un corazón tranquilo y alimentado con la oración diaria.
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NUESTRO PADRE ESCUCHA NUESTRAS ORACIONES
LA BENDICIÓN DE SER PADRES.
“Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen.” (Salmo 103 :13.)
PASAJE COMPLEMENTARIO (Proverbios 31: 1 -10)
¿Qué, hijo mío?
¿y qué, hijo de mi vientre?
¿Y qué, hijo de mis deseos?
No des a las mujeres tu fuerza,
Ni tus caminos a lo que destruye a los reyes.
No es de los reyes, oh Lemuel,
no es de los reyes beber vino,
Ni de los príncipes la sidra;
No sea que bebiendo olviden la ley,
Y perviertan el derecho de todos los afligidos.
Dad la sidra al desfallecido,
Y el vino a los de amargado ánimo.
Beban, y olvídense de su necesidad,
Y de su miseria no se acuerden más.
Abre tu boca por el mudo
En el juicio de todos los desvalidos.
Abre tu boca, juzga con justicia,
Y defiende la causa del pobre y del menesteroso.
Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?
Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
OREMOS.
Padre celestial, cuánto te necesito. Mi vida no tiene sentido si estoy alejado de Ti, perdóname porque muchas veces me he olvidado y apartado de tu presencia.
Aunque siempre me brindas tu amor, yo a veces le doy más importancia a cosas del mundo y me olvido de las cosas del espíritu.
Pero Tú, que me conoces y que me amas como soy, siempre me abres tus brazos y me recibes de nuevo, como recibió aquel padre a su hijo pródigo.
Tú, me bendices, aunque yo no reconozca tus bendiciones.
Y me das nuevas oportunidades para estar más cerca de Ti, una y mil veces.
Tú, esperas tanto de mí, Señor, lo sé, por las pruebas que me has puesto. Porque confías en que no te voy a defraudar.
Sabes que, aunque yo me sienta débil para afrontar algunas situaciones.
Tú, estas siempre a mi lado para darme una mano, para mostrarme la forma y el camino.
Tú, eres luz, eres el camino mismo, el único que debo seguir para levantarme y para tener una vida más tranquila.
Ante los desafíos que hoy se me presentan, amado Padre, yo me refugio en el amor que Tú, me ofreces.
Dame hoy de tu maná espiritual. Aliméntame con tu palabra revelada en mi vida.
Lleva a través de mí, tu paz y amor a toda mi familia.
Dame tu bendita provisión material y espiritual, y sáciame de tu presencia y del aroma de tus milagros.
QUE ASÍ SEA.